top of page

El viaje de 50 libras


Este año he realizado pequeñas ceremonias para ir marcando los avances que voy logrando en esta meta de llegar a mi peso saludable.

Las primeras 10 libras que bajé ni siquiera quise verlas, porque eran las de la vergüenza de estar hasta donde estaba.

Al bajar 20, noté que pude ponerme una pijama de satín que tenía guardada y me encanta, pero no me quedaba. Fue mi pequeña celebración.

Unas libras antes de llegar a las 30, me compré unos aretes y los guardé con la esperanza de llegar. Un día mi hija me vio con ellos puestos y supo, sin palabras, que lo había logrado. Al bajar esas 30, reestrené el vestido de graduación que fue el motivo por el que inicié el tratamiento. Allí fue la primera vez que me di permisitos y me metí en problemas, así que me compré unos jeans que estrenaría cuando hubiera logrado cambiar esa decena. ¿recuerdan?

Luciendo esos pantalones crucé el umbral de las 40 libras menos.En cuanto baje 1.4 libras más, habré bajado un total de 50 y lo marcaré colocando un dije de avioncito en mi pulsera, que marcará lo que me ha dado por llamar "el viaje de las 50 libras". Se llama así por dos motivos: uno, porque lograr este descenso ha sido todo un viaje de descubrimiento de lo simple que puede ser bajar de peso y lo complicada que soy yo, y dos, porque en serio me voy de viaje. Lo que siento es tan profundo que me cuesta ponerlo en palabras.

Este soñado viaje coincidió con las 50 libras. No es que yo haya pensado, “cuando junte 50 libras bajadas, me iré a Nueva Zelanda.” Eso habría sido ridículo y desproporcionado. Este viaje es el resultado de todo un ejercicio de conocerme y reconectarme con mis sueños, animarme a tomar un riesgo, a abandonar la seguridad del ahorro por abrazar la vida y a mis seres queridos ahora que se puede. Es, por una vez, dejar de pensar en los demás y sus necesidades primero, para gozar yo de lo que la vida me ha regalado, aunque me haga sentir algo egoísta. Este viaje ha sido el faro que no me ha permitido rendirme durante este año, aunque a veces he tenido la cabeza en otras partes. Este viaje es el banderazo de salida a animarme a soñar de nuevo.

Este viaje quedará grabado en mi alma como recordatorio del gran aprendizaje de estos meses. Nunca pensé que viajaría con 50 libras menos… cuando compré los pasajes, pensé que llegaría a Nueva Zelanda con 65 libras menos y al menos un mes de aprendizaje de mantenimiento, pero una vez más me toca hacer un alto y meditar con humildad en qué pasó y qué puedo aprender de esto.

Por ahora, puedo decir que se necesita siempre humildad para ver hacia adentro y encontrar que este resultado es consecuencia de lo que hice y de lo que dejé de hacer, no de nada ni de nadie más. Reconozco que me he esforzado más que nunca antes en la vida, pero pude haberlo hecho mejor si hubiera decidido desde un principio que no habría excusa alguna que me apartara de mi cuidado.

-Aprendí que la vida es la vida, con épocas apacibles y épocas complicadas, pero cuando tenga un sueño, debo trabajar cada día para conseguirlo, a pesar de las circunstancias que se presenten.

-Aprendí que existen los milagros cuando Dios desea dispensarlos, pero no existe la magia: sólo existe la buena voluntad para apegarnos a un buen plan y el esfuerzo que nos lleva a conseguir lo que queremos.

-Aprendí a ver lo ganado aún cuando la pesa me dice que me he descuidado, a tolerar la frustración y a encontrar nuevas fuerzas y nuevas estrategias para seguir adelante aún cuando hubiera querido dar de gritos.

-Aprendí que llorar no engorda y que es liberador sacar con lágrimas lo que está mal, en lugar de enterrarlo bajo libras de antojos.

-Aprendí que se es valiente cuando se enfrenta al miedo con acciones, en lugar de dejar que me paralice.

-Aprendí que cuando me complico en excusas, es mejor apagar la cabeza y dedicarme a hacer las cosas bien.

-Aprendí que mi día tiene un nuevo momento feliz que se suma a los otros: trotar al ritmo de mi música favorita en sonando en mis oídos.


No sé cuándo llegaré a terminar las 15 libras y el porcentaje de grasa que me falta, pero mientras llegue, voy a seguir saboreando cada nuevo logro. En 5 días parto con mi hija y mi sobrina a abrazar a mi hermana y a sus hijas, pedazo de mi alma que se fueron al fin del mundo. La vida, B y T me dieron este regalo, y lo agradezco, mientras lo celebro con todo mi corazón.

bottom of page