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Fue la vergüenza...


¿Por qué empecé a buscar mi peso saludable?  Quisiera decirte que fue por alguna noble causa, pero, la verdad, fue por vergüenza.

No fue fácil para mi descubrir esto.  Me topé con esta enorme realización de forma un poco accidental.

Resulta que Beatriz, gran amiga mía, quien me conoce mejor que muchas personas, sacó un diplomado de coaching for compassion.  Es decir, un tipo de coaching que no te lleva a lograr lo que quieres a troche y moche, sino a entender qué es lo que en realidad deseas y a descubrir a través de métodos muy respetuosos cómo conseguirlo. Ella me ofreció ayudarme de forma desinteresada, y yo pensé que con su ayuda, descubriría que lo que necesitaba de verdad era volver al campo laboral.  Y lo es.  Lo que no sabía, es que tenía varios frenos que me lo impedían.  El primero de ellos, el peso.

A través de su coaching descubrí que el no generar ingresos, y el sobrepeso me habían vuelto una persona insegura y que si no resolvía el problema del peso, no tendría la valentía para enfrentar al mundo sintiéndome segura de mi misma. Por lo tanto, resolver el problema del peso era el punto número uno en mi lista de pendientes.  Gracias, Beatriz, por tu paciencia y tu generosidad.

Hasta hace poco, la gente y yo misma, me veía como una persona muy segura de mi misma.  Siempre fui exitosa en lo que hiciera: estudios, trabajo, proyectos.  Pero con el peso, era completamente incapaz.  Y es horrible sentirse incapaz.

Al mismo tiempo, este año sentí la presión de bajar de peso por causas menos profundas y más frívolas: en el mes de junio se graduaría del colegio mi hija, y me rehusaba a asistir al evento luciendo un vestido dos tallas más grande que cuando fue la graduación de mi primer hijo, en 2011. En ese entonces, yo tenía 6 años y 33 libras menos que en enero de este año, para un gran total de 4 tallas y 73 libras más que cuando me casé hace 25 años. 

Sin duda fue esa graduación la que me puso las cosas en perspectiva.  Tenía vergüenza de haberme permitido llegar a ese estado.  Poco a poco fui notando que dejé de hacer muchas cosas en la vida por la vergüenza de estar del tamaño que estaba.  Incluso rechacé oportunidades de trabajo por lo mismo. Y dentro de mi lista de valores, el ser acomplejada no es uno de ellos.

Fue la vergüenza la que me obligó a empezar a hacer los cambios.  Claro, había otros motivos profundos como los que descubrí en el coaching, y una recomendación médica ya que un año antes me hice un chequeo donde gané todos mis exámenes menos el peso.  Entonces, el médico me sugirió que bajara 8 libras para salir de la obesidad y estar nada más en sobrepeso.  Y en un año no pude bajar esas 8 libras, pero sí pude subir otras 10.  Así que con toda honestidad, el detonante de esta bajada no fue la salud, ni las necesidades profundas de mi alma porque si así hubiera sido, lo habría hecho antes.  Fue la vergüenza. 

La vergüenza puede ser una enorme motivación.  Por ejemplo, en mis épocas de bailarina seria, alguien me preguntó si bailar adelgaza.  A eso le respondí que no, bailar no adelgaza, pero la vergüenza de ser la mas gorda del grupo, sí… En fin, empecé a bajar de peso por vergüenza, con el objetivo de que en junio de este año me presentara a la graduación con el mismo vestido que en 2011.  Esa era la meta.

Seguro leíste que lo logré.  Cupe en el mentado vestido, pero la cosa no se quedó allí.  Hoy peso 20 libras menos que en junio, porque resulta que para estar saludable no era necesario llegar al peso del vestido, sino mucho más allá. A través de mi tratamiento en Plusvida he aprendido muchas cosas, y una de ellas, es que es importante tener parámetros claros de lo que significa estar en un peso saludable.  La medida no la marca un vestido, ni mi momento de mayor delgadez en la vida.  La marcan los indicadores como el índice de masa corporal y el porcentaje de grasa corporal.  También aprendí que los complejos influyen en la forma en la que vemos y abordamos la vida, que podemos tener más de un complejo y los complejos se pueden resolver.

Ahora que estoy más saludable, ¿He logrado otras metas? Por supuesto.  Alcancé algunas que fueron apareciendo en el camino.  De las otras más profundas, todavía no, pero tengo esperanza.  Lo que ha cambiado, es la experiencia del día a día: poder presentarme ante lo que sea sintiéndome adecuada, y eso no es poca cosa.


Bendita vergüenza por ayudarme a resolver el tema de la gordura. 


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