top of page

El síndrome del impostor


Hoy cambié unos pantalones relajados que compré ayer, porque me quedaron extraños. Intenté usarlos con la cintura más arriba, más abajo, alinearlos, pero no quedaban bien. En la tienda entendí que me quedaban raros porque me equivoqué al elegir la talla. Eran M y deberían haber sido S.

No pareciera ser un gran logro, pero cuando vienes de talla XL, notar que de pronto eres S te hace bailar de la felicidad por dentro. Es lindo, pero me siento como un impostor.

¿Conoces el síndrome del impostor? Es ese que sientes que estás rodeado de personas que tienen mucho más de esto o de aquello que tú y eso te hace sentir que no perteneces allí. Algo así como lo que le sucedió a mi hija cuando la aceptaron a Harvard. Sintió que había sido electa de pura casualidad.

Para mi, verme en una talla S es como si me puse una prenda que había sido mal etiquetada. No me lo creo.

Me cuesta creerlo por dos motivos:

1. Yo rara, rarísima vez en la vida he sido S. La última vez fue hace 15 años y me duró solo pocos meses, porque luego me enfermé. Y la vez anterior, hace 30 años, porque estaba enferma. S jamás me ha durado. Pero lo más importante es la razón número 2.

2. Sé que aunque me veo hoy como talla S, por dentro, llevo una versión XL, y si no me cuido, podría llegar a ser 3XL.

En Plusvida dicen que aparte de adelgazar al cuerpo, es necesario “adelgazar la cabeza”: aprender a pensar como delgados, aprender a relacionarnos con la comida como delgados, a comer como delgados. Pensar y actuar como delgados… y por dentro, yo llevo un lobo feroz que normalmente vive enjaulado y quisiera comer como si eso no tuviera consecuencias, y cuando como fuera de mi plan es como abrirle la puerta a su jaula... y una vez sale, me cuesta mucho convencerlo de volver.

Justamente hoy que experimenté la alegría de haber conseguido una talla S, desayuné, almorcé, y cené fuera de mi plan, por varios motivos que no vienen al caso. Ninguno es excusa. Se me fueron los horarios además. Tomé el agua que debía y me moví suficiente, pero me alejé de lo que es comer como delgada. Si sigo comiendo así, ¿cuánto tiempo me va a durar lo que ya conseguí?

Mañana toca volver a mi cuidado, encerrar al lobo feroz y hacer bien todo mi listado de cuidados por 72 horas ininterrumpidas, para empezar.

Quizás no tengo síndrome del impostor: lo soy. Mientras me siga desbocando, seguiré siendo gorda viviendo por ahora en un cuerpo de flaca. Todavía necesito adelgazar la cabeza.


bottom of page