¿Qué me falta aprender?
Cada situación que enfrentamos en la vida es para que aprendamos algo, y no daremos vuelta a esa página hasta que logremos entender cuál es nuestra lección. Eso creo yo.
Ahora que he enfrentado varios obstáculos para llegar a mi meta, e incluso me alejé un par de libras, me pregunto qué me falta aprender para lograr terminar de adelgazar y avanzar al capítulo del mantenimiento.
Quizá mi problema con el peso no se dio para que aprendiera a bajar libras, sino para aprender muchas otras cosas acerca de mi misma, y mi manera de afrontar la vida. Cuando me frustro porque cada día aprendo nuevas maneras de equivocarme en el tratamiento, recuerdo esta mi filosofía personal, y pienso: ¿Qué me falta aprender todavía? Porque
la relación que tenemos con la comida es mucho más que eso, ya que transparenta la forma en la que vemos la vida y nos relacionamos con ella. Por eso, cuando queremos aprender a comer como debemos, nos toca enfrentar la forma en la que abordamos la vida.
Por mi parte, he aprendido máximas como:
-Pensar no adelgaza, hacer las cosas bien sí.
-No se necesita motivación para hacer las cosas bien. Hazlas bien, y te motivarás.
-Si te caes siete veces, levántate ocho.
-Todo tiene una medida adecuada, incluyendo las emociones. No todo tiene que ser tan intenso.
-Aspirar a ser perfecto es un camino directo a la frustración. Cambiemos la perfección por la excelencia. La perfección ve al error como una tragedia. La excelencia, lo ve como una oportunidad de crecer.
-No se trata de bajar peso, se trata de cuidarte bien cada día, desde la mañana hasta la noche.
-paciencia, paciencia, paciencia...
También he aprendido acerca de mis rasgos de personalidad: a veces muy dramática, a veces, muy poco exigente conmigo misma. A veces enfocada cual flecha a mi destino, y a veces, con la cabeza apagada. Testaruda, apasionada, acostumbrada a dejarme de último. Temerosa, inconstante, autoindulgente. Me doy permisos, me canso, me olvido por momentos de mi meta... pero no abandono. Por eso, me ha tocado desarrollar tolerancia a la frustración, paciencia, humildad, obediencia, resiliencia. Nada de eso lo traía instalado de fábrica. He necesitado encontrar una razón tras otra para no tirar la toalla, para poner mi tratamiento como prioridad. He necesitado buscar ayuda, aceptar consejos y tomar mi cuidado muy en serio.
Quisiera comprarme algún día dos dijes, como recordatorios de dos grandes aprendizajes: El primero, de llave, porque ahora sé que yo tengo la llave para estar bien o no estarlo. Y otro, de pez, como advertencia, porque como pez, yo también muero por mi boca, que come mal cuando tengo la cabeza apagada.
¿Qué me falta entonces, aprender, para lograr esta meta? No estoy segura, pero sospecho que tiene que ver justamente con hacer las cosas bien, de forma obediente, con continuidad, sin darme permisos, hasta acabar. A apagar la cabeza, respirar profundo y seguir. A taladrarme en el cerebro que no soy perfecta y que si quiero obtener resultados, debo encadenar muchos días bien cuidados. A enfocarme siempre, especialmente cuando todo esta en calma, o cuando estoy feliz, o cuando tengo miedo. A ser humilde, seguir practicando la paciencia y a confiar en que puedo hacerlo… porque debo hacerlo.