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Trucos de anfitrión



Ayer vinieron mis amigos a la casa y me sorprendí de que, a la edad en lo que estamos, a nadie le molesta cuidar de su peso y su salud. Es más, todos los hacen a su manera, o saben que deberían hacerlo, así que encontrar opciones saludables en el menú de ayer no les pareció mal. Por su lado, ellos trajeron lo que quisieron, y todos contentos. Realmente lo importante no es lo que se come, sino lo que se comparte.


Ayer me sorprendí viéndome a la distancia, como en una película y pensé que tenía que contarles esto que vi: cómo he cambiado yo, cómo he aprendido a tener mi cuidado a salvo en estas ocasiones. Yo, el pez que muere por su boca. Y si yo pude, cualquiera puede. No es fácil, requiere preparación, cabeza fría y valentía, pero en serio, es más cuestión de técnica que de fuerza de voluntad.

El resumen de mi estrategia es franqueza, bebidas, parar antes de empezar, distancia y Kryptonita. Se los cuento más despacio.

  1. Franqueza: Conmigo y con los demás. El cuidado empieza en la cabeza. Si no crees que puedas invitar gente a tu casa y cuidarte, no hagas reuniones todavía. Si te estás cuidando para bajar de peso, eso es tu meta principal. Ya habrá tiempo más delante de invitar a los amigos. Yo decidí que quería verlos así que cuando planeamos el menú, les pregunté qué querían y les dije que sigo cuidándome. Elegí un menú en el cual yo prepararía lo que sí podía comer, y alguien más lo que yo no podía comer y listo. Ellos comieron lo suyo más lo mío, y yo lo mío. Hay platillos saludables que son ricos, de verdad. Algún día les compartiré recetas.

  2. Bebidas: Para mí y para quien quisiera, hubo diferentes gaseosas de dieta, té calientito de cáscara de piña, café, agua, aloe vera sin azúcar. Para los demás, gaseosas regulares, licores, vino. Ellos a lo suyo y yo a lo mío. Si sientes que tienes que estar consumiendo algo todo el tiempo, tus bebidas son muy útiles.

  3. Parar antes de empezar: Ya me conozco: una vez me doy permiso de darle una probadita a algo que no es para mí, podría terminar comiendo más de lo que había pensado. Por eso, ni siquiera probé lo que no era para mi. Habrán creído que era valentía o fuerza de voluntad. Yo sé que es conocer cómo funciono y preferí no abrirle la jaula al lobo.

  4. Distancia: Literalmente es importante ubicarte lejos de donde está lo que no debes, si no crees que puedes controlarte. Siéntate lejos de las boquitas. En mi casa puse un carrito de bebidas, un bar de boquitas, la comida en una mesa para ir a servirse. Nada que no fuera mi plato al alcance de mi mano. Cuando encontré alimentos que podría haber estirado la mano y comer, la distancia se vuelve mental. Sólo se trata de saber el punto 3. Levanta los ojos del plato, escucha y analiza lo que los demás dicen, haz preguntas. Conéctate con lo que está sucediendo, mira a los demás a los ojos. Verás cómo la experiencia de compartir la mesa cobra una nueva dimensión.

  5. Kryptonita: Es lo que debilita a Superman. Si se acercaba, sus superpoderes se debilitaban. Yo trato como Kryptonita aquello que es demasiado tentador. De esa cuenta, ya no parto pasteles ni los reparto. No paso platos que tengan aquello que me es irresistible. Me remito al punto 1: franqueza. El otro día me dijo una anfitriona: ¿Podrías partir el pastel? –No. Le respondí. -¿No? Me confirmó. –No, le dije. –Pero te ayudo a arreglar la cocina. Ayer dije que -No.Es Kryptonita. Les pareció muy divertido y me ayudaron.

Poco a poco uno se va volviendo más artista en su cuidado. Pero esto es un campo minado, una guerra de guerrillas. Hay miles de formas de fallar. Así que haber superado la reunión de ayer no garantiza nada. Igual puedo equivocarme estando sola… y lo hago. Falta mucho por aprender, pero reconocer estos avances me hace sentir campeona.

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