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Cuidar el tesoro completo


Si un juego de ajedrez tiene 32 piezas y pierdes sólo 4 de ellas, ¿Qué pasa? Si el set es barato, quizás lo tiras a la basura y compras otro. Pero si fuera un juego con piezas de oro y plata engarzadas con piedras preciosas y heredado de tu tatarabuela, la cosa cambiaría, ¿O no? Quizás lo cuidarías con sumo cuidado.


Hoy escribo para mis amigas de mantenimiento, esas guerreras que han estado allí para apoyarme en estos meses en los cuales lenta e inexorablemente he visto alejarse mi rango. Ellas me han compartido sus mejores ideas, han sido aliento y guía y me han hecho sentir acompañada. Algunas de ellas salieron de su rango, compusieron el rumbo y volvieron. Otras, están esforzándose por regresar a su rango, cuidándose y, como yo, aún no logran un éxito rotundo. Sabemos que el único fracaso es el abandono y ninguna ha abandonado esto que tanto queremos.

Los días fuera de mi rango se han convertido en casi tres meses y hoy me he dedicado a meditar por qué, si todo sigue igual, y antes lo logré, ahora parezco equipo de fútbol que trabaja impecablemente durante 89 minutos y medio del partido, y que en los últimos 30 segundos sufren un gol. Al final, pierden. El que se hayan esforzado no cambia el hecho de que su equipo perdió. Ese ha sido mi caso. He subido 9 de las 65 libras que bajé, a pesar de mis mejores esfuerzos.

Pasmada con la idea de que antes lo logré y ahora no, esta mañana me he dedicado a reflexionar y te comparto mis ideas con la esperanza de que te sirvan a ti y a mi.

Considerando:

-Que las reglas del juego no han cambiado

-Que yo sé que puedo lograrlo porque ya lo hice antes

-Que yo sé que esto fue y sigue siendo lo más difícil que hice en mi vida … es necesario preguntarme:

¿Qué cambió? Algo tuvo que haber cambiado para que el resultado cambie. Es decir, antes me era sumamente difícil bajar cada libra, pero siempre encontraba alguna motivación para salir del agujero y seguir avanzando. Ahora no.

Creo que ya encontré dos causas de mi problema actual:

1. Se volvió inadecuada la idea poderosa que me motivaba antes y

2. Dejé de celebrar los pequeños triunfos.

Y tú…¿cambiaste algo?

Durante estos meses de mantenimiento, las ideas que me complican tienden a repetirse: “¿Voy a tener que cuidarme toda la vida?” “¿Por qué me cuesta tanto?” “Me siento anormal.” “No quiero sentirme diferente”. “Me salgo un momento y luego me recupero”. “Me da vergüenza seguir en esto”, “Ya debería de haber aprendido”, “Así estoy bien”, “Ya me veo bien”, “Lo logrado es suficiente”. Todos estos pensamientos me acosan, pero no son nuevos. Ya batallé con ellos durante el adelgazamiento, especialmente durante las últimas 15 libras. Entonces, respondía a sus insistencias de forma firme y clara: “Yo termino lo que empiezo”. Esa frase era mi mantra ante todo lo demás: -“¿Por qué no puedo comer esto, si ya estoy bonita?” “Porque yo termino lo que empiezo”. “Termino lo que empiezo” era la respuesta fuerte, rotunda y genérica ante todo lo que quería sabotear mi proyecto de bajar de peso.

Cuando llegué a mi rango, cambié mi frase a “Cuido lo logrado”. Pero por algún motivo, no me está siendo suficientemente poderosa. Revisando por qué, me doy cuenta de que una frase suficientemente poderosa para mi, debe ir acorde a mis valores más importantes. “Cuidar lo logrado” me llevaba a cuidarme todos los días … y si el cuidado era lo importante, el resultado quizás no lo era tanto. Quizás me relajé sabiendo que cuidarme era suficiente y que si subía de peso, ya sabía cómo volver a bajar con facilidad las libras vueltas a ganar. ¡Qué trampa! ¿En qué momento se me ocurrió pensar que yo bajo con facilidad?

Nunca fue fácil y el hecho de haber terminado lo que empecé no garantiza que de pronto las cosas se volverían fáciles.

Hoy vi mi registro de peso del último año y se ve así:

Claro, no he recuperado todo lo bajado, pero me dolió ver que “regalé” parte de mi tesoro. Porque eso es lo que perdí: un tesoro valioso por muchos motivos:

A) resolví un problema que me atormentó durante 20 años.

B) en mi tratamiento he invertido la mayor suma de dinero de mi vida exclusivamente gastada para mi, y

C) Dediqué a mi cuidado una cantidad enorme de horas de dedicación, escucha, reflexión y acción (Time is money).

Sí, haber empezado y terminado mi adelgazamiento es un tesoro valiosísimo para mi y poco a poco, libra a libra, estoy dejando que se pierda.

Al igual que con el ejemplo del ajedrez de lujo, pienso que cuando coleccionas algo, cada pieza tiene su valor, pero cuando tienes todas las piezas de una colección, el precio de la colección completa se dispara. En el ejemplo del ajedrez, el perder una sola pieza devalúa el set completo. Eso es lo que necesito yo: darle a mi cuidado el valor que tiene el hecho de que la colección debe estar completa.

“Cuidar el tesoro completo” será mi respuesta a las necedades de mi cabeza. -¨No quiero sentirme diferente”, “No importa. Estoy cuidando el tesoro completo”, y así con todas las justificaciones.

En otro orden de ideas, veo que una vez llegué a mantenimiento, dejé de premiarme. ¿Qué premias cuando ya ganaste? Yo no sabía como sé ahora que nada está garantizado, que el éxito dura sólo un día y que cada día se gana la batalla. Premiarme me servía mucho. Esta vez me daré un pequeño premio cada día que logre cuidar el tesoro completo. Eso implica cuidar el checklist completo, cuidar el día desde la mañana hasta la noche, viviendo con alegría cada hora, sabiendo que, aunque pase momentos desagradables, mi fin es cuidar el tesoro completo. El peso tendrá que bajar al ritmo que le de la gana como consecuencia del cuidado.

Espero que este cambio de estrategia sea lo que necesito para revertir esta desgastante tendencia a la alza. Pero esa es mi idea y sirve para mi.

Y tú, ¿Ya tienes tu idea suficientemente poderosa que combata todos tus autosabotajes? Si no la tienes, te invito a buscar los valores más importantes para ti y formular un mantra sencillo que responda con firmeza a las excusas de tu cabeza.


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