La vida es mejor bailando (o pintando, o haciendo lo que te hace feliz)
De pronto, tuve un chispazo de inspiración que detuvo los años que gasté inventando excusas (me dañé la rodilla, necesito remodelar mi futura casa, mis hijas bailan ahora así que es hora de dejarlo, estoy muy vieja, mi maestro se retiró...) y luego, esos años haciendo como si no lo extrañara.
Pero lo cierto es que extrañaba la pasión que descubrí cuando tenía 14 años: la danza, y no cualquier danza, la danza con mi gran maestro, Antonio Luissi. En un instante, recordé que supe que está dando una clase de danza contemporánea por las mañanas. Eso, unido a mi necesidad de hacer algo con mis hijas - que también fueron sus alumnas, me inspiró a ser valiente y tomar el teléfono para llamarlo.
Se acabaron las excusas. Ahora soy más conocedora de la vida y se que es muy corta y las oportunidades debemos agarrarlas al vuelo o podrían no darse de nuevo.
Hoy salí de mi tercera clase sudada, con dolor de todo mi cuerpecito, y con el corazón feliz, acompañada de mi hija. Esta sensación de estar elevada la sentía antes siempre al salir de clase y la daba por sentado. Ahora que ya sé lo que es estar lejos de esto que me llena, me satisface aún más que antes.
Yo no soy quién para decirte qué hacer. Pero quiero zarandearte y decirte: amiga, ¿Qué has dejado a un lado para seguir adelante con la vida, como si no te hiciera falta? Dejaste en algún momento la pasión que te pone una sonrisa en el alma? Si es así, búscala de nuevo. Y si puedes, tómala de nuevo. Algún se vaciará nuestro reloj de arena de la vida y no le importará qué hiciste o dejaste de hacer. Sé valiente para retomar tu pasión y ¡carpe diem!