top of page

Empezar la dieta en épocas festivas



Empezar en estas épocas de fin de año a tomar en serio el cuidado de tu peso, y con él, el de tu salud mental y física, no es tan loco como parece. De hecho, es la decisión más cuerda que puedes hacer.

Cuidar lo que comes y el ejercicio que haces en esta época previa a las fiestas y durante las mismas, es lo que podemos llamar una estrategia preventiva de salud emocional y física y es el mejor regalo que puedes darte y que, por cierto, nadie más puede hacer por ti. Pero necesitas hacerlo en serio, comprometiéndote contigo mismo y entregando cuentas día a día a quien hayas elegido para acompañarte. Esto saldrá bien si tienes a alguien externo que te monitoree y si te comprometes contigo, vas a gozar de estas fiestas de la alegría que perdura y te edifica.

Ya sé que en estas fiestas habrá reuniones y las tiendas están repletas de tentaciones de cosas de temporada para comer, pero analicémoslo conscientemente: el gozo de comer algo de eso dura segundos, a lo más, minutos. El malestar gástrico de haber comido algo muy cargado en grasas y azúcares o licor, puede durar horas, y la tortura de ver que estamos subiendo de peso, meses, hasta que hagamos algo al respecto.

Te invito a que imagines dos escenarios.

En el primero, te dejas envolver por el trajín de la época, terminando trabajos y proyectos, comiendo cuando puedas, lo que puedas. O quizás no comes hasta que te das cuenta de que estás con un hambre voraz y devoras lo que sea. Vas a cuanta reunión te invitan y comes y bebes de lo que haya, tanto para gozarlo como para no agraviar a tu anfitrión. Llega el día de navidad y la tortura comienza en el guardarropa o en la compra de tu atuendo festivo. Aunque te quede lo que pensabas ponerte, algo no está bien: estás hinchado o hinchada, ya no queda la ropa con gracia o en el peor de los casos, te resignas a andar con ropa apretada o a comprar una talla más grande porque en fin, hay que verse bien. Sigues comiendo con alegría en convivios, navidad, año nuevo y vacaciones de fin de año y llega el 31 de diciembre y los propósitos de fin de año. La lista inicia con “bajar x libras. Inscribirme al gimnasio. Estar listo para ponerme traje de baño en el verano”.


En el segundo, apartas al menos una hora diaria para hacer ejercicio y gozarlo con un buen playlist y cuidar así de tu cuerpo y de tu mente y disipar el estrés de la época. Trabajas en tus proyectos comiendo con consciencia, lo que debes, respetando tus horarios como estrategia para no acumular hambre. Tus tiempos de comida y merienda son tu remanso de paz, tu oasis en medio del ajetreo. Te pesas cada día y vas controlando que el peso no se salga de donde debe estar. Vas a reuniones, habiendo comido antes lo que es para ti y armado con una soda de dieta, que por cierto, si es transparente y la decoras con hojitas de menta, despistas a los saboteadores que quieren insistir en que bebas. En lugar de tener los ojos en los platos que circulan, ves a los ojos a la persona con la que hablas, te interesas genuinamente, conectan. Bailas y te diviertes y al día siguiente no tienes nada que lamentar y te sientes bien de la digestión. Llega la navidad y estás igual de tamaño y peso que hoy, o incluso mejor. Comes y te cuidas con consciencia y con amor propio el resto del año y al llegar los propósitos para 2022, quizás tu lista sea encabezada por “terminar mi descenso de peso” , “cuidarme con amor y disciplina” o incluso, si estás en tu peso adecuado, el peso ya no sea parte de la lista y puedas dedicarte a cosas más importantes.

Yo retomé mi cuidado en serio dos días antes de mi cumpleaños y puedo decirte que hoy peso menos y me siento triunfal. Voy un día a la vez, ilusionada de apartar tiempo para mi y respetar lo que necesito. No siempre ha sido fácil, pero lo he logrado. ¿Cómo? Respetando mis horarios y tipos de comida, planificando con antelación mi día y llevando lo que necesito comer, armada de mucha agua, caldo caliente y gelatina de dieta. Apartándome de los lugares que me hacen caer y siendo honesta y coherente con lo que necesito. Voy un día a la vez, o mejor dicho, un rato a la vez. Te invito a intentarlo. Pero si lo haces, ¡hazlo en serio! Porque si lo intentas a medias y no sale bien, no será la balanza la que sufra, sino tu autoestima. Mereces sentirte triunfal. Ese es un enorme regalo que puedes darte día a día, empezando ya.


bottom of page