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Celebraciones y desviaciones

Sofi, mi hija de 18 años, está abandonando el nido para embarcarse en la aventura de su vida: una educación en Harvard, la culminación de sus sueños tan anhelados .

Eso me ha tenido en una montaña rusa emocional el último par de meses, durante los cuales nos  hemos dedicado a consentirla, pasear en familia y atesorar cada momento. Supongo que ya viste mi entrada colgando en la selva, titulada así: Jo de la selva.

¿Y que tiene que ver eso con mi cuidado? Pues... todo.  Porque la comida se nos mete en toda circunstancia de la vida. Por eso, este último mes, entre idas y venidas,  me ha costado cuidarme al cien y me quedé circulando el mismo peso, subía una libra y la bajaba, o dos. Pero al final, la balanza no retrocedía.

Ahora estoy de viaje en Boston dejándola en la universidad y decidí que me cuido a como sea. Sofi y mi esposo me están apoyando y eso ha sido una enorme ayuda. El resultado es tres libras menos que cuando vine hace 5 días. He salido a caminar sin excusas, estoy comiendo lo que debo, y manteniendo el enfoque.  A veces, me siento un poco loca de estar cuidando tanto mis horiarios y comiendo en casa en lugar de hacer turismo gastronómico.  Lo que pasa es que he aprendido que las situaciones pasan y las libras quedan. Sofi primero Dios se quedará feliz aquí y yo , honestamente, estoy disfrutando pesarme cada mañana y comprar ropa más pequeña que en los últimos 8 años.  Quiero seguir enfocada y terminar de bajar las libras que me faltan sin más desviaciones en el camino.

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