Cuando el peso ya no te preocupa
El peso ya no me preocupa. Ayer entré en el rango de índice de masa corporal saludable. Entré barriéndome como beisbolista que se robó home, pero entré. Mi nutricionista dice que todavía tengo mucha grasa que quemar y libras que bajar para estar en los niveles óptimos de salud y yo lo respeto. No pienso tirar la toalla. Pero el peso ya no me preocupa porque ahora, estoy en el rango normal. ¿Cuánto hace que no sentía eso? ¿10,12, 20 años?¿Tienes idea de lo liberador que es ya no sentir esta espina clavada en el alma después de tanto tiempo? Y tú, ¿Te preocupas por tu peso? ¿Cuánto tiempo de tu vida ocupa pensar en que necesitas adelgazar?
El padre Roque Carrizo nos aconsejaba con frecuencia:
“No te preocupes. Ocúpate”.
Y justamente ocuparme es lo que me toca con respecto a mi peso, a mi salud, y a tantas otras cosas que la vida me presenta día a día.
Existe una gran diferencia entre preocuparse y ocuparse. Para mi, preocuparme por el peso, eso que sentí por tantos años, era algo así como tener la mente cargada de mil cosas que hacer, estando parada en una esquina con muchas calles que convergen, tráfico, estímulos que no podía procesar todos a la vez, sin saber qué camino tomar, con la presión de ir tarde. Ocuparme, en cambio, es como salir a la vida con una lista de tareas precisas, en un mundo ordenado, que tiene señales de tránsito, donde la gente se desplaza en paz y yo sé a donde me dirijo. Como ven, en ambas hay cosas que hacer, pero el mundo que nos rodea es más agradable y ordenado. En otras palabras, antes, no sabía cómo frenar el ascenso de los números en la pesa, y ahora sí. Antes estaba en números rojos y ahora no. Me ordené.
Esto de ocuparme de mi peso me recuerda a lo que siempre le digo a mis hijos con respecto al orden: Es mejor mantener el orden de la habitación cada día para no tener que llegar a niveles calamitosos de desastre que nos lleve a ocupar largas horas haciendo limpieza y orden profundo. Yo siempre digo que el mejor truco para no tener que ordenar, es no desordenar, hacer las cosas en su momento, no dejar nada para después, porque el después, le recalco a mis hijos (y ellos completan la frase con los ojos entornados) es el principal enemigo del orden. En el cuidado, igual. Ahora que me ordené, voy a seguir ordenada cada día para no volver nunca a estar en niveles desastrosos de cuidado, para no volver a ser XL nunca más, con el robo de paz que eso acarrearía.
Sin duda, el peso es algo de lo que tendré que ocuparme toda la vida, porque quiero disfrutar de todos los años que Dios tiene planeados para mi, sintiéndome capaz de ser responsable de mi propia vida, gozando de energía y vitalidad, reflejando por fuera el valor que tengo por dentro.
Ahora que el peso ya no me preocupa sino me ocupa, veo todos los retos que antes también tenía y puedo abordarlos con la serenidad que me da tener mi mundo interno en armonía. Como persona, tengo mucho que mejorar: quiero ser cada vez más ordenada, más capaz de hacerle frente a la vida, más abierta a servir a los demás, más independiente. Tengo el mismo trabajo que antes, pero no soy la misma de antes. Hoy estoy en paz.