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La danza de la voluntad y la pesa


Hace 10 días que te debía una explicación, porque llegar a mi peso saludable me dejó sin palabras. En esa ocasión, en Plusvida me pronunciaron oficialmente "en mantenimiento", lo que significa que terminé mi período de adelgazamiento y ahora aprenderé a cuidar lo logrado.

Durante todos esos días no he publicado en este blog, porque sigo procesando lo sucedido. Ahora, vendrá una serie de publicaciones de todo lo que me ha generado este momento. Pasé días viendo mi foto del antes y el después y eso fue muy revelador, ya te lo contaré en otra entrada. También analicé qué me llevó a lograr mi meta, y lo compartiré en su momento.

Hoy quiero compartirte cómo me siento.

Te dije antes que pensé que cuando llegara, estaría dando brincos de emoción por haber terminado lo que empecé, pero entonces no me sentía así. 10 días después, todavía no estallo de emoción. Creo que esto tiene que ver con que llegar a la meta tuvo un componente de voluntad de mi parte y otra de la pesa, que de pronto decidió estar de mi lado. A veces, la pesa está de mi parte y a veces no, aún cuando hago lo que me toca, y eso envuelve mis esfuerzos en un cierto velo de incertidumbre.

Por supuesto que me siento feliz de haber terminado el adelgazamiento. Es una meta lograda… pero dura sólo un día. Si el día que llegué a mantenimiento me hubiera descuidado, al día siguiente tendría que haber vuelto a bajar lo que hubiera subido. Pero llegar a la meta significa que estuve vigilante cada hora de cada día de los últimos 11 meses.

Lo que estoy tratando de decirte es que al llegar al final del adelgazamiento, nada cambia. En teoría, antes me cuidaba para bajar de peso. Ahora, para mantenerme dentro del rango de 5 libras de mi peso saludable. Al número bajo le llaman piso, y al alto, techo. También me debo mantener entre el 26 y el 28% de grasa corporal.

Resulta que cuando entré a mantenimiento, estaba a 0.4 libras de mi techo, peligrosamente cerca de salirme. Así que decidí seguir en plan de adelgazamiento hasta ver si logro llegar a mi piso. Pero no está sucediendo. Me he mantenido siempre por encima del rango, desde media libra hasta casi 4 libras por encima, haciendo todo como hasta ahora. Eso no es mi culpa, es de la pesa.

Lo que estoy intentando contarte es que yo hago lo que me toca, pero mi cuerpo decide hacia dónde quiere ir. Y por ahora, ha decidido que no quiere entrar en rango. Es un poco frustrante y no sé bien donde ubicar mi cabeza: en el gozo de estar oficialmente declarada “en mantenimiento”, o en la frustración de no llegar hasta donde me dijeron que debería. Por eso, todavía no me creo que llegué a mi meta.

La paz se encuentra en saber que estoy haciendo mi parte.

Llegar a mi peso fue una ocasión para revisar el camino recorrido y darme una palmadita en la espalda en aprecio del esfuerzo y la constancia en estos meses. Haberlo logrado es sumamente empoderante: si pude bajar 66 libras, seguro podré lograr cualquier otra meta si estoy dispuesta a hacer lo necesario y encuentro el método adecuado. Lograr esto es una ocasión para respirar y seguir adelante. Si bien me tardé casi un año en alcanzar mi meta, las destrezas que aprendí están aún muy nuevas y necesito poco a poco ir convirtiéndolas en mi nueva naturaleza. He instalado hábitos positivos, pero estoy consciente de que mi malos hábitos anteriores al tratamiento, los que me llevaron al sobrepeso, no están completamente derrotados. Ahora entiendo que el cuidado se hace día a día, así como me baño, me peino y me maquillo a diario, también cuido de mi alimentación, mi ejercicio y mi cabeza el día de hoy y también el de mañana, y poco a poco voy aceptando que será así el resto de mi vida. Esto es una construcción que requiere mi atención constante, porque en esto, como en todo, el éxito no viene de gratis.


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