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1. Exabrupto mental

“Odio vivir limitada”, exclamó cual berrinche mi voz interior, mientras me preparaba para ir a un encuentro en un restaurante donde, una vez más, tendría que pedir un té o un café, explicando que ya había comido, que no tenía hambre o que estaba mal del estómago, para poder aferrarme a mi plan alimenticio.

Rumiaba esa interjección mental :”Odio vivir limitada” cuando mi conciencia salió a mi encuentro, disfrazada de maestra severa pero con mi misma cara.


“¿En serio?” Sentenció con reproche mi yo pensante. “¿En serio, Jo? ¿Vives limitada? ¿Tú? Piénsalo bien y deja de avergonzarme”.

El exabrupto mental me duró solo un momento, pero fue una epifanía. Yo, que creo en Dios y trato de ser agradecida. Yo, que en un país del tercer mundo he tenido oportunidades muy superiores a las de la mayoría, yo, que tengo mi cuerpo completamente funcional y mi mente más o menos cuerda. Yo, que tengo quién me apoye en la vida y quién me ame… yo, siento que mi VIDA es limitada porque no puedo pedir lo que me da la gana en un restaurante? Sólo haberlo pensado sin filtrarlo me hace avergonzarme de mi misma. Contártelo me da muchísima pena.

Sin embargo, los pensamientos existen por algún motivo, y la conciencia también. Si lo pensé es porque lo sentí así, y ahora me toca pensarlo bien, para sentirme como debo. Respiro y digo “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, como la canción y me propongo a evaluar por qué me siento así. ¿A ti también te choca sentirte limitada por tener que elegir lo que comes y cuánto comes o no te pasa? Realmente apreciaría que me ilumines con tus ideas.

Empiezo por aceptar que mi vida no es limitada, sino yo elijo limitar el aspecto de la comida porque es lo que me ayuda a conseguir lo que necesito. Eso ya me hace sentir mejor. Y ahora, pienso que la vida presenta límites de muchas maneras, para todos los seres humanos: Algunos quisiéramos más de algo: más dinero, más inteligencia, más belleza, más seguridad en nosotros mismos, más autoestima, más humildad, más energía, más tiempo para, más años para. Quisiéramos alguna bendición que no nos tocó: padres o madres presentes en la vida, hijos que no vinieron, personas que se fueron… en fin, la vida presenta aspectos donde no tenemos justamente lo que queremos, ¿Verdad? ¿Y qué hacemos con eso? ¿Los aceptamos sin más? ¿Peleamos? ¿Nos resignamos? ¿Tratamos de cambiarlo? Y si hay otros límites para mí, ¿Será que este de la comida me molesta porque es el de momento, o porque es auto impuesto? Qué otras cosas me han parecido tan molestas en la vida?

Les digo, queridos lectores, que eso de revisar nuestra propia relación con lo que consideramos un límite da para largo y es tema como para que alguien más capacitado para esto que yo escriba un libro. Mientras alguien lo hace, sigo meditando:

Este límite de la comida… ¿Me molesta porque es agregar un límite más, o sólo porque es cansado y desagradable? ¿Qué otros límites tiene mi vida que yo quisiera quitar y no he podido? ¿Será que limitar la comida me molesta porque no encuentro algún otro placer que pueda disfrutar sin límites en mi vida? Oh cielos, esto ya parece cita con el terapeuta. Y te sumo otro tema bomba: Muchas otras limitaciones me han parecido molestas en la vida, pero mi gordura, debido al componente de responsabilidad personal, es uno de los más importantes. Así que no me gusta cuidar lo que como pero la gordura también era un tema sumamente incómodo. ¿Entonces? Jo, ¿ves esta contradicción, o estás buscando que se resuelva esta molestia por arte de magia?


Mi conciencia me indica que esto es el punto que toca tratar. Empezaré por recordar lo que leí en el libro “Límites” de Townsend y Cloud. Decía algo así: “Los límites no son muros rígidos sino fronteras permeables. Permiten que entre lo bueno y dejar afuera lo malo.”

Si creías que bajar de peso y mantenerse es sólo cuestión de comida…abróchate el cinturón y disfruta la aventura.

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