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Hacerlo posible


Si quieres bajar de peso y leyeras solo una entrada de este blog -una- que sea esta.

Lo que tengo que decirte es tan importante que me está costando desenmarañar un cúmulo de pensamientos para producir algo simple y contundente para ayudarte a lograrlo. Porque se puede lograrlo.

Bajar de peso no es hacer sólo un cambio en la balanza, sino ir construyendo un cambio de vida, un acción a la vez. Hacer bien, para estar bien.

Si aspiras a levantar la mirada del piso para ver al mundo de frente y a los ojos, si sueñas con enfrentar la vida seguro de ti mismo, si te motiva vestir lo que quieras en lugar de disimular lo que sabes no está bien, el primer paso es hacer. Hacer lo que toca para poder poco a poco ir lográndolo. Se trata de ser una versión mejorada de quienes ya somos para abrazar la vida con mucho más alegría y finalmente poder mostrar por fuera lo que somos por dentro. Se puede. Se sufre un poco, se disfruta mucho.

Lograr este cambio se basa en hacer diferente, para ser diferente. No es magia, es aprender a obedecer y a confiar, adoptando las estrategias de alguien más cuando no tenemos las propias. Es tomarte de la mano del que sí sabe, para poder aprender.


Rara vez te da la vida la oportunidad de hacer lo mismo en dos ocasiones diferentes. Hace justamente dos años pesaba 36 libras más que ayer. Acababa de empezar a bajar de peso por la graduación de mi hija, y se me atravesó una ocasión social elegantísima y feliz, el cóctel de padres y graduandos. Esa vez le dije a Marcelo, en quien deposité la tarea de ayudarme a adelgazar, que quería poner mi tratamiento en pausa por una noche y retomar al día siguiente. Él sabía hacia donde iba, y me invitó a hacer la primera sesión en vivo juntos. Fue como un programa de radio donde platicamos él y yo mientras los demás pacientes aportaban y opinaban. “Tu tratamiento es prioridad. Ve sólo si puedes cuidarte. Si no puedes ir y cuidarte, no vayas.” Eso parecía imposible. ¿Cuidarme yo durante un evento con bebidas y comidas suculentas? Pero ellos me dijeron cómo hacerlo: “Cena antes, mantente alejada de la comida, no veas los azafates. Toma agua o gaseosas de dieta. Socializa, baila, platica. Piensa cuál es el fin de la reunión –celebrar, disfrutar de compartir con tu hija, tu esposo y los demás-. No cedas.Si sientes que vas a caer, llama a tu equipo”.

No entendí ese fanatismo y no pensé que yo pudiera hacerlo. Pero lo hice. Fue entonces cuando empecé el proceso de aprender a obedecer y a confiar en alguien que sabía hacer lo que yo no había logrado por mi cuenta. Esa vez saque del closet un vestido que disimulaba lo mejor posible mi tamaño y fui, titubeante. Poco a poco, fui aprendiendo a hacer lo necesario, preguntando, practicando, creyendo como dogma de fe aunque no entendiera por qué me pedían hacer las cosas como lo pide Plusvida. Acepté que me tocaría y aprendí a cuidarme en cada momento, en cada lugar y en cada situación: vacaciones, días festivos, celebraciones.

Volvamos al día de ayer. Viví la misma ocasión, por la graduación de mi hija menor. Los días previos me encontré apretando mi cuidado, comiendo como debo para estar bien. El día del evento y los días previos, me preparé para enfrentar ese cóctel así como me dijeron la primera vez, porque aún estoy en adelgazamiento, a una libra de alcanzar mi rango. Dos años y 36 libras después de ese evento, seguí portándome igual. Cenando antes, poniendo distancia. Lo que quiero decirte es que lo importante es hacer. Hacerlo bien. Como dice Marcelo: “Pensar no adelgaza, hacerlo bien, sí”.

Superé el coctel y al día siguiente pesaba menos. No tuve nada que lamentar ni siento que me perdí de nada por no haber bebido y comido igual que los demás. El gozo de haber conquistado el peso necesario para atreverme a lucir un enterizo pegadito, sin vuelos que tapen la panza, ni mangas, y saludar a todos sin sentirme mal por mi tamaño es mucho mayor que el instante de placer de la comida.

Lo que quiero decirte decirte hoy es que el primer paso para cambiar, cuando lo único que tenemos de herramientas es el deseo de estar delgados es hacer lo que toca en todo momento, en toda ocasión y en todo lugar, sin soltar. Sin importar qué pasa alrededor. Sin importar siquiera si entendemos por qué nos piden hacer las cosas así. Lo importante es hacerlo. Hacer para cambiar. Tomar prestadas estrategias y hacerlas propias.

Esta soy yo en ambas ocasiones.

Sonrió al pensar que el peso cambió y cambiaron muchas cosas. En otras soy exactamente la misma persona. Soy yo, con mis características, dones, e inseguridades. Soy mi versión mejorada, que construyo día a día, cada tres horas. Se puede. Yo estoy pudiendo, y tú también puedes. La clave es encontrar cómo lograr hacer lo que nos pide nuestro plan, y hacerlo en todo momento, en todo lugar, en toda situación, hasta alcanzar la meta. Mi nueva meta es bajar estas libras que me tienen fuera de rango, y aprender a mantenerme allí. ¿Vamos juntos?


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