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Se baja diciendo que no

Eso pensé esta mañana mientras paseaba por la cocina recolectando los alimentos e implementos para elaborar mi desayuno que consiste en manzana, yogurt, semillas de chía, café y leche.

-¿Tostaditas con queso de crema?- me preguntó la cabeza.

-No- le respondí.

-¿Panito con mantequilla de maní? -insistió.

-No- le dije con calma.

Ya aprendí a decirme que no. Llevo 769 días de práctica.

"No" es un adverbio (por si no lo sabías) pero en nuestro caso, debería ser verbo, porque denota la acción de corrernos de nuestras malas tendencias y encaminarnos hacia donde queremos.

-¿Haces ejercicio?- me han preguntado.

-¡Mucho!- contesto.

-¿Qué tipo de ejercicio?-

-El de cuello- respondo enigmáticamente.

Porque es el cuello el que se mueve de lado a lado en este afán de estar en el camino correcto.

Decimos que no y nos decimos que no. Como dice el poeta Hugo Finkelstein:

"No.

No es no, y hay una sola manera de decirlo.

No.

Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.

No, se dice de una sola manera.Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.

No.Se dice una sola vez,

No.Con la misma entonación,

No.Como un disco rayado,

No.Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.

Un No que necesita de explicaciones y justificaciones, no es No.

No, tiene la brevedad de un segundo..."

Se necesita aprender a decir no para que la pesa nos diga sí. La vida empieza a llenarse de sís cuando ejercitamos el no.

Aprendí hace años, cuando educaba a mis bebés, que cuando tienes que decirles que no a algo, para evitar confrontaciones, le dices que sí a otra cosa. "No se le pega a mamá. A mamá se le acaricia", por ejemplo. o "No se pinta en la pared, pintamos en papel. Ten este papel". A veces hay un poco de resistencia. Nosotros también necesitamos dar alternativas de lo que sí se puede. "No te quedas en la sobremesa para evitar tentaciones. Juega con los niños". "No veas tanta tele, sal a caminar", "No leas el menú, pide lo que necesitas."

El cambio de vida empieza cuando nos animamos a decir que no y lo practicamos sin drama y con constancia, sabiendo lo que queremos lograr.

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