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¿Qué tienen las flacas en la cabeza?


¿Has visto gente que se ve muy fit haciendo ejercicio? ¿O gente que se ve saludable poniendo en su plato verduras o proteína y se abstiene de la grasa, el azúcar y las harinas? ¿Por qué lo harán, si ya están bien?

Empecemos por aclarar que ni de chiste me parezco a la modelo, y que en el mundo existen flacos naturales y flacos construidos. En esta entrada hablaré de los que hemos logrado el bienestar con mucho esfuerzo.

Sería una presunción decir que sé qué tiene otra persona en la cabeza, y una exageración definirme como flaca. Sin embargo, he estado observándome a mí y a mis compañeros y noté que tenemos algunos pensamientos en común y que somos blanco de comentarios – bien o mal intencionados- bastante similares.

¡Ya párale!, ¿vas a vivir siempre a dieta? ¿Cuándo será suficiente? ¿No será que ya te obsesionaste? Son sablazos que nos toca aprender a esquivar, y eso es todo un trabajo. Más profundo que eso, son las constantes dudas y berrinches de nuestra propia cabeza.

A veces se parecen a los comentarios de los demás: ¿Es serio voy a tener que cuidarme toda la vida?, ¿Y si no logro mantenerme? ¿Voy a sentirme diferente a los demás siempre? ¿por qué la comida me engorda tanto a mí?

Supongo que esas dudas las tienen los hombres, y sé que las mentes de las mujeres no saben callarse. ¿Viste la película Lo que las mujeres quieren, donde Mel Gibson escucha los pensamientos de las mujeres? El argumento es cierto. Siempre estamos pensando algo y eso puede ser agotador. Cuando algo nos aflige sufrimos verdaderas diarreas mentales.

He tenido la oportunidad de observar grupos de personas que se han convertido en delgadas y saludables, y me llama la atención que muchas mujeres tendemos a confesar con vergüenza: “Estoy dos libras arriba de mi techo”, “me cuesta mucho mantenerme”, “si me descuido, el peso vuelve”, “esto es una lucha constante”.

Somos complicadas las mujeres y permanentemente nos asaltan las culpas: culpa de cuidarnos, de no cuidarnos, de dedicar tiempo para nosotras, de no dedicarnos tiempo, de ponernos de primero, de dejarnos de último, de trabajar, de no trabajar.

Un hombre que observaba la reunión comentó: “Señoras: ¡ustedes son unas campeonas! Han bajado decenas de libras, han logrado lo que muy poca gente consigue y siguen viendo lo que les falta en lugar de lo que han logrado”.

Eso fue un despertador para mi. Él tiene razón. Por algún motivo, a las mujeres se nos va el ojo a la falta. Si entras a una habitación de tu casa y todo está en orden menos un par de zapatos a medio camino, la vista lo detecta inmediatamente. Así somos con todo, y eso puede jugarnos en contra.

Las personas que han bajado mucho de peso y les falta poco para su meta, muchas veces sienten que las últimas libras son las más difíciles. Eso no es porque el cuerpo no colabore, es porque los pensamientos nos sabotean. Esos pensamientos que te conté antes.

Las flacos y las flacas que se han construido a sí mismos necesitamos aprender pensamientos que nos ayuden a mantener el bienestar, porque no es algo que se hayamos conquistado para siempre.

Yo quiero partir desde el agradecimiento, la humildad y la aceptación, aún cuando esté fuera de mi rango. Mi mantra es:

Porque realmente la vida es buena. Estoy bien. Cuando estoy en mi rango, pienso, "Estoy bien, y quiero mantenerme así". Eso es muy distinto a cualquier “tengo que”, o “me falta”.

¿Qué tienen entonces en la cabeza las mujeres que han logrado la delgadez? ¡Pues miles de pensamientos, como todas! En relación al estilo de vida, creo que lo que tenemos en común la voluntad de cuidar lo conseguido, de dominar nuestros pensamientos, de vivir una vida coherente entre lo que pensamos y lo que hacemos. Sabemos que el bienestar puede acabarse y por eso hay que cuidarlo. Queremos ser cada día la mejor versión que podemos ser, y a veces fallamos. Gozamos, sufrimos, caemos y nos levantamos, construyéndonos cada día, con la mejor actitud posible.


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