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¿Cuánto cuesta hacer un hábito?



Son las 7:30 am y lo sé sin ver el reloj. Me lo dijo el estómago, con ruidos de hambre. Es hora de desayunar. Dejo lo que estoy haciendo y bajo a preparar mi desayuno: café, fruta y yogurt y me dispongo a disfrutar esta rutina que es relativamente nueva… tiene como tres años de vida nada más. Antes yo no desayunaba temprano, la panza no se me despertaba con hambre, pero eso ha cambiado, lo cual me llevó a preguntarme: ¿Cuánto tiempo toma instalar un hábito positivo? Digo positivo porque las mañas sí se le pegan a uno con facilidad. Es lo bueno lo que parece costarnos más.

No estoy de acuerdo con la teoría de los 21 días: eso solo nos pone presión a medida que avanza el calendario y no lo conseguimos.

¿Sabes que creo yo? Yo creo que instalar un hábito positivo tarda lo que tarde en volverse natural, sin soltar la disciplina mientras lo logramos. No importa cuánto tiempo tome, 21 días, 6 meses, un año, dos años o más: lo importante es no claudicar hasta que se vuelva natural. ¿Y cómo sabes que ya es un hábito instalado? Pues porque se vuelve parte de tu rutina normal, tu cuerpo lo sabe y te lo recuerda. Algo así como que la acción ya no pasa por la cabeza

El tema de los 21 días para hacer un hábito positivo es un mito que en el pasado me ha llevado a sentirme incapaz y a tirar la toalla. Pensamientos como “ya lo debería haber logrado” o “yo no pude con eso” nos lleva a tirar la toalla porque es frustrante sentir que no lo logramos en el tiempo que alguien más dijo que nos tomaría lograrlo. Es un error pensar que si no logramos algo en 21 días nunca lo lograremos y por eso es mejor dejar de intentarlo.

Yo creo que si queremos hacer un cambio, conviene conocer qué hábito positivo deseamos instalar en nuestra vida, (por deseo o por necesidad) y luego definir sus parámetros: cuándo, a qué hora, qué cantidad, y hacerlo, por motivación o por disciplina, pero hacerlo. Hacerlo. Hacerlo. Por la buenas, por las malas, con o sin ganas. Sólo hacerlo. No es cierto que necesitemos estar motivados para hacer las cosas: lo resultados se ven sin importar si lo hiciste con o sin ganas. Se ve que lo hiciste, y el resultado es lo que buscabas. Eso te motiva a seguir, tomándolo un día a la vez. Cuando haces lo que quieres hacer empiezan a verse los resultados y eso te motiva, así que se puede lograr lo deseado partiendo de la disciplina, aunque no tengas motivación.

Primero hay que definir qué quieres y luego hacer tu estrategia. Por ejemplo, si quieres instalar el hábito de hacer ejercicio, ¿cuál ejercicio harás? ¿cuántos días a la semana? ¿qué tipo de ejercicio? El entrenador de Oprah dice que el ejercicio que decidamos debe ser algo que podamos mantener todos los días de nuestra vida. Si se trata de comer de forma más saludable, ¿Qué alimentos incluirás? ¿En qué tiempos de comida? ¿Qué alimentos rechazarás de ahora en adelante? ¿En qué ocasiones? Y entonces haces tus declaraciones: “caminaré 10 mil pasos al día, todos los días de la semana”, y lo haces, como te dije, con o sin ganas, sin importar qué. “Dejaré de comer pan” implica que no comerás pan, sin importar la ocasión o el antojo. Esto sirve para otros hábitos saludables. Por ejemplo: “Quiero dejarme crecer las uñas” debe traducirse a acciones concretas, por ejemplo: “me haré un manicura cada dos semanas y me pintaré las uñas cada dos días. Guardaré mis manos en ocasiones estresantes”, y hacerlo. Como te digo, al resultado no le importa si lo hiciste con ganas o sin ganas, sólo si lo hiciste o si no lo hiciste.

¿Cuánto tiempo te tomará lograrlo? No importa, porque esto no es una carrera. Lo que importa es que lo hagas un día, luego otro y luego otro y así, sin presión pero con constancia, es como se logra.

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